Buenas prácticas en torno al mediterráneo
Poco a poco los sistemas educativos de la Europa mediterránea aprenden a conciliarse con la diversidad cultural y religiosa. Es el desafío impuesto por los flujos migratorios. Es un imperativo de las sociedades que se han vuelto pluralistas. ¿Qué es lo nuevo que está sucediendo en las prácticas didácticas de las escuelas? ¿Cómo evoluciona la reflexión teológico-pedagógica en el plano académico? ¿Qué cambia en la formación de los nuevos docentes? Solo un puñado de ejemplos, entre muchos, que esperan ser imitados también en otras ciudades y países de nuestro Mediterráneo.
Marsella es un puerto con intensidad inmigratoria. La ciudad ha acogido a numerosas familias de distintas religiones, en especial a familias musulmanas. Todas las escuelas tienen una cuota más o menos alta de alumnos de etnia y religión diversas. En particular la escuela católica ha desarrollado una política de acogida sin precedentes con el fin de “promover el respeto del pluralismo confesional y educar en los valores de la ciudadanía común”. En estas escuelas, en lugar del tradicional curso confesional de Religión, los programas prevén “tiempos interreligiosos”, con diálogos en el aula entre profesores y testigos adultos de la comunidad local, celebraciones de uno y otro credo. En las escuelas de una ciudad como Parma, ya no es posible seguir el programa oficial de Religión Católica. Un grupo de docentes de las escuelas secundarias está experimentando uno alternativo con la intención de responder a la creciente necesidad educativa de jóvenes provenientes de culturas eslavas, de Oriente Próximo y Medio, magrebíes, saharianas, etc.
Situada en la región más septentrional de la Grecia ortodoxa, Tracia constituye una excepción: sus habitantes son en su mayoría musulmanes que, hasta estas últimas décadas, estaban escolarmente discriminados. Hace unos diez años se introdujo un valiente programa innovador: currículos interdisciplinarios, abertura a la historia y la literatura de los países vecinos (Bulgaria, Turquía, Albania), programas que abarcan y comparan las culturas musulmana y ortodoxa, etc. La hostilidad recíproca entre judíos y palestinos tiene una larga historia que, lamentablemente, continúa en formas extremas hasta nuestros días. Es una hostilidad que ha sido cultivada durante generaciones desde los años de escuela, puesto que los textos escolares han sido los vehículos más potentes de la imagen negativa del otro pueblo. Últimamente ha habido un laudable intento de desbloquear esta insostenible rivalidad: seis autores palestinos y seis judíos (todos docentes de enseñanza media) se han puesto de acuerdo para escribir juntos un nuevo manual de Historia en el cual se han dejado de lado las viejas acusaciones recíprocas y se han expuesto los hechos con la mayor objetividad posible.
Las facultades de Teología de Nápoles (Italia meridional) y de Palermo (Sicilia) no han esperado a la emergencia de los últimos años para integrar en sus currículos el estudio comparado de la historia y de la teología del judaísmo y del islam. Una prueba del dinamismo interreligioso que anima a las citadas facultades es la reciente publicación del manifiesto Por una teología del Mediterráneo. El texto de dicho manifiesto define esta teología de la siguiente manera: “Ya no eurocéntrica, es una teología capaz de atravesar las culturas, atenta a reconocer al otro sin temer una posible contaminación, capaz de dar voz a las diferentes orillas que rodean el Mediterráneo: a la riqueza de Oriente, de la cual ha venido la luz de la sabiduría divina; a la del Occidente europeo, con su patrimonio especulativo y humanista, alimentado de manera particular por la tradición judeocristiana; y a la del continente africano, que no solamente posee riqueza de recursos naturales, sino también inestimables cualidades humanas, como el profundo sentido religioso, el sentido de la familia, el respeto por la vida, la vida comunitaria y el agudo sentido de solidaridad”. Si esta es la nueva matriz teológica y epistemológica, ¿para cuándo, entonces, una valiente “conversión mediterránea” de la enseñanza de la Religión en nuestras escuelas secundarias y primarias?
Si esta es la nueva matriz teológica y epistemológica, ¿para cuándo una valiente «conversión mediterránea» de la enseñanza de la Religión?