Comunidades de aprendizaje
Siempre me han interesado las comunidades de aprendizaje. Es una experiencia educativa compleja que requiere la participación solidaria de muchas personas para el aprendizaje de todos. Su valor radica en el poder del aprendizaje colectivo y en la capacidad de proporcionar un espacio donde todas las personas pueden crecer juntos. En este modelo educativo confluyen tres elementos que no suelen ser frecuentes en educación. El primero es el desarrollo de la confianza en el otro como un interlocutor válido en mi propio proceso de aprendizaje, en el que me puedo apoyar y del que puedo aprender, al tiempo que yo le aporto y le nutro. Este elemento desarrolla la solidaridad. El segundo es el aprendizaje recíproco, es decir, los participantes comparten objetivos comunes, explorando nuevos temas y problemas juntos, sin ánimo de convencerse unos a otros, sino con el interés de fomentar un intercambio multidireccional donde todos los miembros de la comunidad tienen oportunidad de aprender y enseñar. Esta práctica desarrolla el pensamiento crítico. El tercero es la esperanza en que nuestra intervención en las sociedades puede mejorar la vida de las personas, y que esa intervención comienza en la relación entre la escuela y el entorno del barrio o de la ciudad.
La comunidad de aprendizaje es sensible a la diversidad cultural y social, estando atenta a una variedad de antecedentes y actualidades culturales, lingüísticas y sociales, que enriquecen la forma de adquirir conocimiento de la realidad. Además, amplían la comprensión y el respeto mutuo entre los participantes y fomentan una actitud en salida hacia los problemas del barrio, participando en las posibles soluciones que surjan para mitigarlos. Esta predisposición desarrolla la convivencia social. Solidaridad, pensamiento crítico y convivencia, tres claves para la educación del futuro: en comunidad.